3 Lugar: La vida encontrará la forma: Gabriela Mirella Díaz Rojas

Todo en la naturaleza es perfecto, cada uno tiene su labor específica y la vegetación como seres vivos que son, también, por lo que debiera ser respetada de la misma manera. Al igual que animales y seres humanos nace, crece, se alimenta, reproduce y muere. Y aunque algunas personas lo crean , no hay árboles dañinos ni benignos, sólo diferentes. Así como las mascotas nos proveen de algún tipo de afectividad y en el mejor de los casos exaltan lo mejor de nuestra emotividad; en el caso de los árboles, son muchos los beneficios que nos brindan. No hay que hacer un esfuerzo muy grande para percatarse de que la mayoría de las personas en las pequeñas y grandes ciudades de este país, no valora a las especies vegetales en todo lo que merecen y se les ignora o daña con toda impunidad. Como si no fueran los árboles los que nos permiten seguir respirando, al proveernos el indispensable oxígeno.

Lo anterior pareciera ser amargas elucubraciones de alguien decepcionado de la naturaleza humana o de la vida; pero es todo lo contrario, justamente por una visión optimista y positiva de la vida , es que considero que se puede hacer algo, o mucho para volver a tener una vida más saludable en este planeta, que es el único hogar que tenemos, y en contacto más cercano con nuestros orígenes : la naturaleza.

La vida silvestre representa para el ser humano un recurso multifacético, en el caso de los árboles, además de aportar el indispensable oxígeno, nos provee de madera, celulosa, alimento, sombra, vivienda, incluso nos proporciona un valor espiritual a través del arte. Quién no ha descansado, refugiado del calor o meditado bajo la sombra de un hermoso árbol.

Pero, siempre hay peros, nuestra habilidad para causar problemas en la armonía de la tierra es infinita, miles de especies se extinguen cada año, ya sea vegetales o animales. Por ejemplo en Santiago de Chile, en lo que a flora se refiere, los organismos encargados prefieren reforestar los escasos parques y jardines con especies foráneas, supuestamente porque son de rápido crecimiento y “no levantan las veredas con sus raíces”; en vez que hacerlo con especies nativas que algún día abundaron en la zona central , por ejemplo: peumos, maitenes, quillayes, arrayanes, canelos, avellanos, etc.

Las especies vegetales son muy nobles, observen ese árbol cerca de su casa, al que nadie riega, que todos ignoran, a ese que los niños y jóvenes rompen su corteza y sin embargo cada primavera sin que nadie se lo pida, igualmente brota.

“La vida encontrará la forma”. Esa es la frase con la que el científico Ian Malcom, ante la catástrofe de Jurassic Park, comunica a los demás que no podrán impedir la propagación de las especies clonadas a partir de la sangre de un mosquito.

Los dengues yuyos, malvas, dedales de oro y otras flores silvestres que crecen todos los años, sin que nadie las cuide y riegue y aunque lo hagamos de manera inconsciente, les agradecemos al reconocer que nos alegran la vista, enriquecen el suelo y sirven para que las abejas, moscardones y aves al alimentarse, polinicen.

Sería ideal no talar los árboles sin tener un buen motivo, ellos nos proveen del oxígeno y hasta donde se sabe, todas las personas necesitan de este elemento para existir.

Cubrir el suelo con plantas en vez de pavimento, permite mantener la humedad de la tierra y del aire. Por otro lado, los vegetales absorben durante el día el anhídrido carbónico producido por la combustión. Las personas al respirar producimos dióxido de carbono (CO2), que también se incrementa con la quema de combustible fósil (petróleo ), en la fermentación de materia orgánica, actividades industriales y también es uno de los grandes responsables del peligroso efecto invernadero.

Nuestras pequeñas y grandes ciudades, están llenas de esmog y automóviles, y se altera la verdad cuando se dice que el vehículo catalítico no contamina. Eso no es efectivo, contamina menos, pero en toda combustión hay residuos. Razón suficiente para que disminuyamos el parque automotriz y aumentemos el arbóreo.

Pero las excusas para disminuir el uso del automóvil son infinitas: el tránsito a pie o en bicicleta puede ser peligroso al exponerse a ser víctima de la delincuencia, atrasos en el trabajo, poca tolerancia a las aglomeraciones, además el automóvil da un cierto status.

Es sorprendente, admirable como la vida pugna por abrirse camino entre las grietas del cemento. A pesar de todo y todos, apenas ha caído algo de lluvia y aunque no haya llovido, asoman las pequeñas briznas de hierba y se mantienen en medio del cemento y vuelven a salir una y otra vez y parece que esquivaran las ruedas de los automóviles. Se ven hermosas en medio de los adoquines.

Lo mismo sucede con el tronco despiadadamente talado; vuelve a brotar.

Debemos recordar a diario que la naturaleza no necesita de nosotros, somos prescindibles, pero nosotros sí la necesitamos para poder vivir.

Sin embargo, no todo está perdido, algunas personas aún recuerdan cuando en su época escolar se les pedía como tarea plantar una semilla y la espera ansiosa se veía recompensada cuando veían surgir los pequeños brotes, o cotiledones. Deberíamos recuperar esa emoción escolar, ya tan lejana para volver a amar, con ese candor infantil olvidado a nuestros árboles como se lo merecen.

Y aunque tratemos de impedirlo, la fuerza de la naturaleza es inconmensurable porque “la vida encontrará la forma y se abrirá camino”.

Gabriela Mirella Díaz Rojas

Fono: 9214510

gabrieladiazrojas@gmail.com

gadiro@hotmail.com

Actividad : Escritora - Recicladora,

Cuidadora del medio ambiente.

Primer Premio en Concurso de Cuentos Corporación de Desarrollo

Social Club Deportivo Colo-colo.

Título :”La esperanza de Juana”

Tercer Lugar en Concurso de Cuentos

Fundación de Comunicaciones del

Agro, Ministerio de Agricultura.

Título : “Potreros amarillos”